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lunes, 5 de octubre de 2009

Crónica del primer encuentro de primera de los Remeros.

Partido que nos enfrentaba a los Demonios Rojos, club ascendido en los despachos al igual que los Remeros, que entrena todos los jueves, se creen mejores de lo que son y gritan mucho cuando les golpeas, especialmente uno de sus jugadores cuyo número no recuerdo, y cuya cara es habitual en las carrozas de palomos cojos. Extraño que ningún jugador se resbalara debido al reguero de aceite en la pista.
Especial mención merecen las demostraciones de agresividad mal enfocada con las que nos deleitaron los Demonios, que resultaron finalmente ser como un Renault Mégane frente a un flamante Audi A3, es decir, un quiero y no puedo.
Resumen escueto: defensa presionante uno contra uno, ¡demonios!, ¿y ahora qué hacemos los Remeros?, pues aguantar el tirón y esperar a que se cansen. Semejantes cuerpos serranos no aguantarán mucho. ¿Y si no qué hacemos? Rezar a la Virgen y que no nos metan de mucho. Dicho y hecho, se aguanta el tirón y les cosemos a triples, se desquician y fin del partido, estrategia perfecta.
De todas formas no sería justo olvidar al elemento desequilibrante del partido, el doctor Jurgencio, que una vez más desconcertó al rival con sus acrobacias. ¡Jurgencio selección!. ¡Jurgencio al All Star de la ACB! basta de negros saltimbanquis haciendo mates espectaculares, basta de de Pedros Robles y europeos del Este fallando solo tres o cuatro tiros de veintiseis, ¡pero a donde vamos a llegar!.

Lo mejor: las duchas nuevas y los gritos de dolor de los Demonios Rojos. También las conversaciones entre calvos de Berni y el árbitro. Nadie las entiende, pero funcionan.

Lo peor: las gafas de la hermana de Harry Potter. Los sesenta ya pasaron, nena.

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